dijous, 7 de juliol del 2022

Ayer follemos

 

Sócrates se levantó y se quedó unos segundos en la cama. Vivía en la superstición de que levantarse de golpe podía causarle la muerte por síncope, o eso decía. La realidad era que su mente tenía la agilidad de un perezoso. Mariela se despertó y acto seguido se incorporó, se calzó las zapatillas y le soltó lo que venía pensando hacía días:

- Sócrates hace días que quiero hablar contigo, esto no va bien.

- ¿Cómo? Pero si ayer follemos.

- Follamos.

- Vale, perfecto.

- ¿Perfecto qué?

- Follar, me gusta mucho follar contigo. Si quieres follar por última vez ahora me va bien.

- Que no, coño, que se dice ‘ayer follamos’, no ‘ayer follemos’. Es pasado... como nuestra relación, ya forma parte del pasado.

- Ayer follamos y hoy me dejas. No lo entiendo, mi amor.

- Ves, ahora lo has dicho perfecto. Ayer follamos y hoy me dejas. Sí, te dejo, aunque ayer folláramos.

- Lo he dicho como una situación, ‘ayer follamos’ porque si fuera pasado sería ‘ayer follemos’. Follemos.

- No, no follaremos más, ni besos, ni caricias ni desastres.

- Mariela, mi amor, dame otra oportunidad.

- Necesito café y tú necesitas un par de neuronas más. No voy a seguir desperdiciando mi vida tratando de arreglar tus lagunas mentales, son demasiadas para mí.


Él se acercó y, con gesto amable, trató de acariciarla, sin advertir que entre ellos se alzaba majestuoso el bote de cristal donde guardaban el café. Cayó al suelo, se rompió y el café quedó esparcido por el suelo, sin remedio.


- ¿Ves lo que has hecho?

- Sólo quería acariciarte, mi amor, lo siento.

- Lo siento, perdona, ha sido sin querer, no volverá a pasar. Harta, estoy harta.

- Pero, cariño... -se desplazó unos centímetros, pisando un trozo de cristal y cortándose un dedo del pie, lo cual llevó a un grito, que se siguió de un ‘lo siento, podemos arreglarlo’.


La escena acabó con un portazo bien sonoro propinado por Mariela, harta de los constantes inconvenientes de los que se rodeaba Sócrates, que no habían hecho más su primera aparición del día. Estaba tan acostumbrado a los avatares del destino que ya no le molestaba vivir al día, entomando lo que llegara sin preocuparse: nunca sabía qué día era, ya le importaba todo bastante poco. El teléfono sonó. Sócrates se acercó. La batería no se había cargado en toda la noche porque dejó el cable mal conectado, però le regaló el tiempo suficiente para ver que quien llamaba era su hermana. «¡Mierda, la boda de Joana!» precedió una sesión de cura rápida de la herida, una recogida rápida de la cocina, el planchado exprés de la camisa nueva tras su primer lavado. Se vistió de traje y corbata, y tomó lo de siempre: las llaves, la billetera y las pastillas mágicas. «Mierda, mierda, mierda». «El cargador, el cargador, tengo que coger el cargador, ya veré dónde lo enchufo»


Había demasiado tráfico para ser sábado, lo cual le llevó a no pocas dudas. «¿Es sábado, hoy es sábado?» Sí claro, era sábado, el día de la boda de Joana. Entró en el coche distraído en estos pensamientos sin prestar atención a nada más. Al arrancar casi abordó el coche que entraba, que no podía ser otro que el de la presidenta de la escalera. «¡Mira por dónde vas, capullo!». Sí, se consideraba el colisionador de marrones del mundo que mantenía el equilibrio del caos. Como es obvio, iba muy justito de gasolina y antes de llegar a la iglesia donde se celebraba la boda sonó el chivato de la gasolina. Al entrar, todo el mundo sintió un tremendo alivio. El último en llegar, con más expectación que la novia, cuyo rostro tenía expresión de «siempre dando la nota». Sin el padrino no se podía oficiar la boda.

- ¿Y Mariela? -preguntó la novia.

- Me ha dejado esta mañana.

- ¿Cómo?

- Si, a mi también me ha extrañado. Ayer follemos.

- Follamos.

- Por Dios, Joana, que soy tu hermano.

- Se dice follamos.

- Follemos es cuando lo pides, lo ofreces o lo ordenas, me lo ha dicho Mariela.

- También, però en pasado se dice ‘follamos, ayer follamos’.

- Da igual, con Mariela ya no follaré más, es lo que me ha dicho.


El conductor de la ceremonia y señor de la parroquia les interrumpió para no saber lo que estaba pasando allí, ya que había escuchado alguna palabra suelta y la cosa no tenía la mejor de las pintas. Interrumpió y comenzó su discurso. «... es cometido de los cónyuges respetarse y amarse más allá de las desavenencias, pues el amor verdadero reside en el respeto mutuo, la comprensión y la capacidad de perdonar. Resistir al ajetreo del azar es la garantía que ofrece el matrimonio. Veo a los novios interesados en que este viejo charlatán acabe su tarea, però antes de besarse, deben colocarse las alianzas mientras se prometen amor eterno». El final picarón del discurso del sacerdote le dio la pista a Joana. Sócrates era el encargado del anillo, «¡noooo!, ¿por qué no pensé en esto?». Le miró con aire desafiante, temiendo que aquel fuera el final de la ceremonia.


Sócrates la miró con aire de seguridad. Aquella la tenía bien estudiada y la posibilidad de error había sido reducida a su mínima expresión (en el caso de Sócrates tampoco servía de mucho, claro, pero fingió haberlo superado en esta ocasión). Tan buen punto recogió el anillo de la joyería lo guardó en el bolsillo de la chaqueta. Sin embargo, una variable nueva había aparecido en el camino, como piedra que se rompería en dos para propiciarle dos golpes de una sola tirada. El cable del cargador se lió en sus dedos mientras extraía la caja con el anillo, llegando a las manos de la nerviosísima Joana, que se disculpaba ante el Padre José «disculpe, es que mi hermano es un poco despistado, temía que no llevara la alianza». Sus manos temblaban un poco, así que el religioso ofreció las suyas para assistir a Joana, y allí empezó a forjarse la hecatombe.


Unidos en el enredo habitual de los cables, que caracterizaba la gestión de estos asuntos por parte de Sócrates, las risas nerviosas empezaron a surgir de sus bocas. Y como habituado a socorrer a su inminente esposa, el aspirante a marido, quiso poner de su parte, formándose un triángulo azaroso. Y, alianzas mediando, el trío descendió del altar a trompicones y acabó por los suelos, sin más inconveniente que una pequeña herida sangrante en la cabeza del cura que, por prudencia, fue trasladado al hospital, no sin acabar de oficiar el enlace desde la camilla de la ambulancia, asegurando que se encontraba en perfectas condiciones para trasladar la bendición de Dios. Se despedía asegurando que «el poder de Dios es la mayor de las gracias, y ningún contratiempo puede anularlo, los cónyuges han sido acogidos en su divino regazo».


«Me deja mi novia, casi le destrozo la boda a mi hermana, no puedo más». Sócrates se tuvo que separar del gentío para poder echar algunas lágrimas al aire. No le quedaban fuerzas para celebrar nada, así que volvió a su coche y puso rumbo a casa. Había visto unas obras en el trayecto de ida, però el tráfico no estaba restringido. No podía saber que a las 10 empezarían los trabajos y la carretera quedaría cortada. Tuvo que dar una vuelta excesiva, agotando todo el combustible de su vehículo, que quedó aparcado junto a una silla y una sombrilla. Pidió auxilio a los coches que pasaban, sin éxito. Hasta que uno se detuvo a su altura. Cuando ya tuvo la sonrisa compuesta bajó una chica y el conductor se dio el piro sin pensarlo, embadurnándoles de polvo. La prostituta le insultó y le hizo la peineta perdiendo para siempre a un cliente que por otro lado tampoco iba a volver.


- Ya veo que tengo cola -le dijo Marylin, con voz sensual-. Enséñame la tuya, cariño.

- No, lo siento, no he venido a pedir sus servicios, mi coche se ha quedado sin combustible.

- ¿Follamos? -le dijo mientras se acercaba a su cara y le tomaba la barbilla con una expresión que confundió, tal y como era frecuente en su percepción errónea de la realidad.

- No, tu y yo no hemos follado nunca.

- No, digo ahora.

- Entonces tendrías que haber dicho ‘follemos’.

- Eso sería en el pasado.

- No, en el pasado tú y yo no hemos follado. Si es pasado es ‘follamos, hemos follado’, pero si lo estás proponiendo se dice ‘follemos’.

- Estás en lo cierto, me acordaría de ti -le dijo mientras le miraba con ojos falsamente hambrientos-. Bueno, ¿quieres follar o no? 25 la mamada, 50 completo, las perversiones tienen complemento y no hago chaladuras.

- No, lo siento, no tengo el día. No es por ti, es por mi. Te puedo pagar, pero por otra cosa. ¿Cuánto me cobras por dejarme hacer una llamada?

- ¿Por una llamada? Una mamada son 25, así que si cambiamos una ‘m’ por dos ‘l’ serían 35.

- 15.

- Hecho.

- Gracias, ha sido una suerte encontrarte.

- Eso me lo dicen todos, cariño.


Marcó el número de Mariela sin conseguir hablar con ella. Repitió la operación 3 veces bajo el escrutinio de la titular del número. Nada. Era el único número que se sabía de memoria, porque lo había tenido que apuntar muchas veces (dejaremos la explicación para otro momento). Al no haber obtenido respuesta le pidió a Marylin un último favor. Aceptó con reservas supeditar la siguiente prestación de servicios a que el cliente le acercara a él a una estación de servicio. «Por cada cliente que pierda el taxímetro ira subiendo, cariño». Sólo tuvo que indemnizarla por el fiasco de un cliente, el segundo estaba tan cachondo que tuvo que aceptar el trato. Se la hizo chupar en la misma gasolinera, frente a un Sócrates tentado a pedirle el viaje de regreso mientras llenaba la garrafa, aún a sabiendas que el traje nuevo podía llevarse un regalito muy jugoso, del que no pudo percatarse hasta horas después en forma de condón enganchado a la falda de la americana.


Le devolvieron al lugar de origen, tomó el coche y ya no volvió a saber nada más de Marylin. Mariela volvió a llamar unos minutos más tarde.

- Hola, cariño, al habla Marylin. 25 la mamada, 50 completo, las perversiones tienen complemento y no hago chaladuras.

- Me he equivocado -dijo una voz de mujer.

- Espera, cariño, tu debes ser la novia de Sócrates, se acaba de marchar.

- ¿Cómo? Me parece alucinante, no ha tardado ni cinco horas en irse de putas, pues mira, fóllatelo tantas veces como puedas, y si puedes arruinarle, mejor. Menudo gilipollas.

- No, cariño, creo que te equivocas. No follemos, cosa que lamento.

- Follamos.

- ¿Quién, tú y yo?

- ¡No! Dios, ¿qué he hecho yo para merecer esto? Otra igual.

- Oye, bonita, te me tranquilizas y ve directa al grano, que no tengo todo el día.

- Me has llamado tu.

- No, te ha llamado tu novio. Por cierto, que iba bien guapo.

- La boda...

- No le hacía conjunto con la cara de pena que lucía, ¿no le habrás dejado plantado en el altar?

- No, no, era la boda de su hermana. Se me había olvidado por completo. Al final me ha contagiado de su despiste.

- Cariño, ¿quieres que te dé un consejo? Aunque no sepa decir bien los verbos, no hay hombre que pase más de dos minutos conmigo y consiga resistirse. Ese hombre solo pensaba en una cosa y te puedo asegurar que no era follar conmigo. Estaba triste, cariño, era la cara de un hombre desolado.

-Es un desastre, Marylin, me desespera.

- ¿Sabes qué desespera? Que el padre de tus hijos te deje después de engancharse a todas las drogas que existen y te deje colgada con tres niños pequeños, que empieces a prostituirte para poder pagarle los chutes cuando viene con el mono a amenazarte y conseguir ahorrar un poco para cambiar de país porque siempre te encuentra. Eso es un desastre cariño y, mira, sigo viva. De milagro, pero sigo viva, y mis hijos también. Así que no me hables de desastres. Tienes todo el derecho de dejar a un hombre, aunque sea porque te sale del coño, pero no me hables de desastres.


Mariela colgó y regresó a la casa. Encontró a Sócrates sentado en el sofá, llorando mientras cargaba el móvil.

- Siento lo de esta mañana, he perdido los nervios. Si estás enfadado tienes toda la razón para estarlo, además hoy era la boda de tu hermana y me había olvidado por completo. Además... follemos.

- Follamos, ayer follamos.

- No me expresado bien. ¿Quieres que follemos?



Els tres porquets i el llop ferotge: segona part

 

Els tres porquets i el llop ferotge: segona part


... això creien els porquets, que viurien feliços sense la molèstia d’un llop que se’ls volgués menjar. Ai, làs! Vet aquí que uns dies més tard, el llop va tornar. Un bon dia, algú va trucar a la porta. Des de dins van preguntar qui era i no van trobar resposta. Encuriosit, el porquet flautista va sortir a mirar per la vora de la casa i en veure el llop amagat rere uns matolls va fer un gran bot. Encara va tenir prou sort i arribà a casa abans que el maleït llop l’enganxés. Havent advertit el perill van ruixar la porta de pega, de manera que si la bèstia ho tornava a intentar s’hi quedés adherit. I així va passar. Al dia següent, el llop tornava a picar a la porta. En el temps que va intentar desfer-se de la pega, en violinista va pujar a la teulada i des d’allà li va propinar uns quants cops amb una paella. Desesperat, el llop va marxar, deixant-hi a la porta part de la seva pell, que els porquets van guardar en un pot petitet.


Els porquets s’havien relaxat i ja no pensaven en la presència del llop. Un petit incendi va trencar la pau de Can Porquets, que van sortir a la carrera amb cubells d’aigua per impedir que el foc avancés fins a casa seva. No era més que una altra trampa de la ferotge criatura, que va aprofitar l’avinentesa per escolar-se dins de casa. En treballador, que ho havia vist i era previsor com cap altre, havia guardat el pot de disolvent a la caseta de les eines que tenien a la part posterior de la casa. I tal qual va arribar, va ruixar el llop. Tot seguit, prengué us mistos, els encengué i el llençà sobre el llop, que cremava per tota la superfície del seu cos. Va sortir ben escaldat.


- Victòria, victòria, hem vençut el llop!

- Ara ja sap que som molt intel·ligents i no tornarà a molestar!

- És clar que tornarà, quan menys ho esperem i d’una manera que no imaginem. Ara per ara tenim la casa de totxos, però està molt afamat i se’ns vol menjar al preu que sigui.

- Què hem de fer doncs?

- Sí, digues, què hem de fer?

- De moment, hauríeu de fer la vostra pròpia casa, jo us explicaré com es fa i us ajudaré.

- D’acord, germà.

- Ens posem a les teves ordres.


Dit i fet, els porquets van començar a construir les seves pròpies cases, que van situar just al costat de la casa del germà gran, en forma de U. No sabien quin propòsit tenia això. El germà gran els va dir que necessitaven espai individual (cadascú podia posar el seu propi hort a la part posterior) però també un espai compartir, ja que la planta que havien dibuixat deixava un espai al mig, que seria el seu punt de trobada. Van trigar ben bé un mes en fer les cases. De nit estaven tan cansats que no es desvetllaven per cap motiu. Un dia al matí van trobar un vidre trencat i no es van poder adonar de què havia passat. El llop no hi podia entrar per aquella finestra, puix que era petita; tot i així la van reparar de seguida.


Dos dies més tard, un grapat d'estruços es van plantar davant mateix de casa seva i van mostrar-los un document: «tenim ordres del jutge, el senyor gos, d’escorcollar la casa». Els porquets, que no entenien res, van deixar passar la comitiva. Allà s’hi va trobar una caixa petita amb unes pedres precioses i van cridar eureka. Els porquets, estranyats de tot plegat van preguntar què havia passat.

- Senyors porquets, estan vostès detinguts per robatori de joies del senyor llop.

- Però... això és injust, som innocents!

- Això diuen tots els acusats. Agent, emmanilli els tres porquets i porti’ls a comissaria.

- És una enganyifa del llop!

- Li ho explicaran al jutge, això.


Dit i fet, quan es van trobar davant el jutge, li van donar la seva versió dels fets i el senyor gos, els va permetre defensar-se. En porquet treballador va fer anar a buscar el potet que havia guardat amb la pell del llop ferotge. Un cop analitzada s’hi van trobar polsims d’or plata, i fins i tot, diamant. El jutge els va exculpar i van sortir lliures de tots els càrrecs. Van ballar i cantar. El porquet treballador els va aigualir la festa ben ràpid. Era hora de treballar per enllestir les cases abans que el llop se’ls intentés menjar una vegada més. Van treballar dur dia i nit fins que les obres. Als horts hi van posar uns fils invisibles, com els que es fan servir per pescar, i aquests estaven connectats a unes campanes, que sonarien si algú es decidia a entrar per la part posterior de les cases. També van enfarinar bé el límits dels horts.


El llop hi va tornar un mes més tard, quan ja no podia suportar la gana. La campana de la casa d’en violinista va sonar i es van posar alerta. Des de dalt de les cases van poder observar com es dibuixaven unes petjades blanques que tot i la foscor de la nit, els indicaven que el llop s’havia retirat. I que tornaria. Ben bé que ho sabien. I l’esperaven. La tercera nit, quan les energies dels porquets ja havien afluixat, en flautista, que tenia una oïda ben desenvolupada, va sentir sorolls que venien dels matolls de davant de la casa. Va córrer a la part de darrera a avisar els seus germans, tenint molta cura de no activar les campanes. Un cop van ser junts van activar el seu pla. Entre les cases havien instal·lat un petit envelat, que semblava protegir-los de les hores més dures de sol. Van deixar anar les cordes que les subjectaven i el llop hi va quedar a sota. Tot seguit tibarien les cordes, fins que el llop va quedar atrapat dins, com si fos un sac.


[Final alternatiu 1]: no ho van dubtar ni un segon: amb ajuda d’uns ganiveta fan fer uns talls de precisió a l’esquena de l’animal, que es va bellugar com una fera esbojarrada. Amb una destral, en treballador li va tallar les cames, mentre en violinista burxava la part davantera del llop amb un ganivet i en flautista li fotia cops ben forts amb una paella pesada. Després el van alliberar de la roba ben xopa de sang. L’animal es desagnava i s’arrossegava en un camí que mai va poder acabar. Tots els animals del bosc, cridats pels crits del llop, van presenciar la tortura a la que els tres porquets van sotmetre el llop mentre agonitzava. Els estruços, que ho havien presenciat tot, van mirar-se el senyor gos, que va ordenar la immediata detenció. Després d’un judici, els porquets van ser condemnats a una pena menor, ja que havien estat víctimes de l’assetjament continu del llop i actuaven en defensa pròpia.


[Final alternatiu 2]: en violinista, que sempre estava molt informat, havia sentit la notícia d’uns xais que havien estat víctimes de l’assetjament d’un altre llop. Segons va explicar als seus germans, aquests corders havien penjat el llop i el van alimentar només amb fruits. El llop els rebutjava, en un principi. Si més no, quan la gana ja havia fet la seva funció i el monstre estava a punt de deshidratar-se, va prendre una taronja, després una poma, i d’altres aliments que li van semblar boníssims. Tan agraït estava el llop que els va prometre no tornar a atacar el ramat mai més. La llegenda del llop penjadís va inspirar els germans a intentar-ho amb el seu hostatge. Dies després ja prenia fruita i verdura ben agraït i va prometre no tornar a atacar-los. Els porquets es van refiar de la seva paraula, i el van despenjar. Se’ls va menjar tots tres d’una queixalada.


[Final alternatiu 3]: els porquets, enduts per la ràbia van començar a donar puntades de peu al llop, atrapat al tendal. En sentir els crits, tots els animals del bosc van arribar-s’hi. Van intentar calmar els porquets i els van convèncer de trobar una solució tots plegats. Decidits a impedir que el llop tornés a molestar els porquets, en assemblea van acordar que donarien veus de tot plegat per tot el territori i van emetre una ordre d’allunyament del llop respecte dels porquets. El consens va ser difícil d’aconseguir, però encara hi van arribar i el van signar en un paper que va ser beneït pel primer raig de sol. El llop no va tornar a molestar activament els porquets. Ara bé, la seva activitat delictiva es va cobrar la vida de dues oques, un estruç, una gallina i dos pardals. Quan el van aconseguir atrapar, el mal fet ja era massa gran. Els porquets havien de viure penedits de no haver castigat prou aquell dimoni, així que es van adreçar al jutge per a que els deixés portar un entrepà al llop. El gos, que era un aliat del llop, hi va accedir. En trobar-lo, van obrir l’entrepà, i tot seguit la panxa del llop amb el ganivet que hi havia amagat dins, tot alliberant els altres animalons.


I vet aquí un gos, i vet aquí un gos, que aquest conte ja s’ha fos.



dijous, 24 de febrer del 2022

La rateta que gratà la paret

 LA RATETA QUE GRATÀ LA PARET


Pareu l’orella, nens i nenes. Aquesta història és real, i va passar en un indret amagat de l’una Barcelona enfonsada en una crisi econòmica que va afectar tothom, fins i tot... LES RATES. La Jacinta era una preciosa rata de claveguera, formosa i gran, i amb uns ullals que espantaven tothom. Quan trobaven una deixalla sucosa, ensenyava la seva dentadura en un petit gest de ràbia i vet aquí que tothom fugia, atemorits pels seus ullals, grans com les banyes d’un brau, i punxants com l’espasa d’un torero. Tothom s’afanyava a marxar d’aquell perill tan esmolat.


Tenia a la boca les seves virtuts i els seus defectes, ben enredats. Sí, de la seva llengua sortien crits i expressions d’orgull sempre que aconseguia apoderar-se d’algun tresor que hagués trobat un altre. Era vanitosa com cap altra rata. Sovint es passejava a dues potes, esbufegava com una mala bèstia, en clar senya d’ostentació de la seva força i habilitat per sobreviure. Tan orgullosa era que mai escoltava ningú, mai es refiava dels consells de les altres rates. I així fou com de la seva pretesa astúcia va provenir la seva desgràcia.


Un dia, passejant per les clavegueres a la cerca d’alguna engruna per dur-se a la boca va veure un petit bri de llum que sortia d’una escletxa i s’hi va apropar. Tal va ser el seu interès que altres rates es van aturar per observar-la. Més d’una es va apropar i amb les seves extremitats davanteres li aconsellaven que es detingués, aconsellades per un instint ratícola comú. La nostra protagonista, però, va decidir seguir el seu orgull i va rossegar l’escletxa fins que va poder treure el morro. Sentia una olor rància a oli fregit i es va dir: «si aquí hi ha hagut aliments en algun moment, tot i que facin mala olor, de ben segur que n’hi ha d’altres en bon estat, embolicats en plàstics o d’altres elements. N’estic ben segura perquè ho he vist abans i sóc la rateta més llesta de la ciutat». Dit i fet, es va escolar pel forat que havia aconseguit obrir a la paret i quan va ser dins va cridar i va ballar d’alegria. Es va trobar en un lavabo exterior, d’aquells que hi ha als locals comercials dels baixos, just darrere de la finca. Un petit pati d’un metre i mig separava el lavabo cobert de la resta del local, que s’amagava més enllà d’una porta de fusta, tancada sense remei.


En menys d’un minut ja es va adonar del seu error, així que va intentar sortir d’allà. Però li va resultar impossible, del tot. Era incapaç de superar el mur que suposaven les rajoles blanques de la paret del lavabo. S’hi escarranxava, hi pensava, ho tornava a intentar. Impossible, no cabia pel forat. Així van passar els dies. Aquella tardor no va ser gaire agradable. Cada dia feia més fred, la gana l’estava matant. Va decidir entrar en el local, mossegada rere mossegada al marc de la porta. Un cop fet un forat ben generós, va decidir buscar el menjar, ranci o en bon estat, que trobés. Res. No hi havia res, només unes unes petites gotejades que lliscaven per les parets. Va llepar fins on va arribar. Del tot insuficient, perquè no hi havia cap més rastre de menjar. Hi va passar dies i més dies examinant cada racó del lloc, va trobar un vell aparell d’aire condicionat on va confeccionar un llit ben calent amb una fibra aïllant que havia descobert dins d’una estructura d’alumini. Es va poder fer la idea de la història de l’indret. Allò havia estat un taller mecànic, pel greix que poblava el terra; després una carpinteria d’alumini, perquè totes les estructures que havia trobat responien a una perícia i una disposició del material molt elaborada que havia trobat. Finalment, allò devia haver estat una botiga d’alimentació, a jutjar per les olors que encara romanien, acompanyant el regust ranci de l’oli fregit que regalimava per l’habitació del fons.


El seu orgull s’havia convertit, ja feia setmanes, en una sensació de frustració impossible de consolar. El seu estómac ja callava, havia desistit de veure’s ple. En tot l’espai, gran i calurós malgrat la cruesa de l’hivern, no hi havia res més que una bossa amb unes pedretes estranyes. Semblava menjar. No se’n refiava. La gana, si més no, li parlava a cau d’orella. «Tasta-la, tasta-la», li deia. I responia el seu orgull: «vius a les clavegueres, cap malaltia t’ha pogut matar, què poden fer unes pedretes?». Dies i dies pensant-hi, tornant cap al lavabo a donar-se de cops contra les rajoles, intentant entrar-hi. Allà abaix seguien les seves companyes, amb uns crits que ja li sonaven enllaunats. Potser fruit de la desesperació que agitava la seva consciència, que la marejava, el so es sentia cada cop més lluny. O potser es tractava de la mort. I no va poder esperar més. Tan bon punt va clavar queixalada a les pedretes, el seu sistema nerviós es va descontrolar. Un dolor i una excitació inimaginables li recorria tot el cos. La ràbia se la menjava per dins. Va intentar treure-la desfogant-se amb la paret, fins que la va despullar del guix que la cobria. La còlera la tenia arraconada, va córrer sense sentit per intentar-se treure la neurosi de sobre. I no va poder. Enrabiada com un dimoni va morir amb el nas arrufat i els ullals, esmoladíssims, desplegats com ales d’una fera descontrolada.


Aquest va ser el trist final de la rata Jacinta: atrapada, afamada i enverinada. Atrapada en la seva vanitat, afamada de proeses imaginàries i enverinada pel seu orgull. Aquesta història ens deixa un ensenyament molt valuós que de ben segur voldreu conservar: no sigueu una rata.

dijous, 19 de desembre del 2019

Tremolor al carrer Gayarre nº 66



Li deien Joanot perquè tenia el nas rodó i voluminós. S’engrescava amb tot, jugava a totes hores, s’encuriosia de qualsevol misteri que li oferís la vida. Ja de molt petit mirava de comprendre totes les coses. Tenia ànima de científic, de cercador. Alegre de mena com era, es deixava endur per qualsevol papallona. La vida, però, li havia preparat una sorpresa que el va embadalir des del primer moment.

El primer cop que va tenir consciència del misteri era de nit. Tornava a casa amb els pares després d’un diumenge de tardor a casa dels avis. El vent, que nogensmenys era suau, topava contra la paret del solar on tenia prohibit entrar. Els pares sempre li deien «aquest lloc no és per als nens. Hi ha andròmines amb claus i rovellats i, a més a més, aquest indret està maleït. Hi volten esperits i males energies». No hi podia jugar, no hi podia entrar, no el podia mirar. Cap excusa no valia, cap motiu podia passar per sobre de la prohibició que els pares s’esmerçaven a deixar ben tancada. Aquella nit, en passar pel costat del solar, corria el vent entre els matolls, i colpejava contra la tàpia que, alhora, era la paret de l’edifici del número 68 del carrer Gayarre. Al número 66 ja no hi quedava res, només el record d’una casa baixa que esperava el torn per a ser construït de nou que els entrebancs burocràtics endarrerien sense descans. El pare li va estirar la mà per a que no mirés. En el darrer instant, va sentir que el vent, en estimbar-se contra la paret, deia: «No s...». Era el crit d’una noia jove, d’això n’estava segur.

Passaven els dies i no es podia treure aquella veu del cap. Apareixia als seus somnis, el sorprenia en cada moment de foscor, ballava als seus peus mentre caminava, el sobrevolava quan s’escoltava la mestra a l’escola, li feia la guitza a l’hora de dinar. Havia de saber què hi passava allà. En Joanot era fill d’obrers i, en aquells temps, la mare i el pare treballaven fins tard, així que en acabar l’escola, tot seguit de la preceptiva estona de joc al parc que hi havia enfront del carrer Gayarre, nº66, l’avi el portava a casa seva, on berenava i, prou vegades, sopava. Un dia va trobar l’àvia mig adormida a la seva vella butaca; l’avi rentava la cuina abans de tornar a embrutar-la i va aprofitar el moment.
- Àvia, per què està buit el solar del carrer Gayarre?
- Ai, fill, què vols que et digui, perquè hi ha embolics de papers. Ja saps com és el món dels grans, un embolic estúpid.
- Sí, però allà hi havia una casa, no?
- Si tu ho dius...
- És clar que hi havia una casa! Encara es veuen les escales, les rajoles blanques de la cuina i la paret d’una habitació.
- Doncs sí, hi havia una casa.
- Veus! I qui hi vivia, allà?
- Ai, nen, no siguis pesat.
- Ho vull saber!
- No hi tens res a fer, en això, tu!
- Doncs diré a la mare que m’has donat llaminadures.
- Seràs descarat! Au, marxa!

No ho va aconseguir amb l’àvia, i aquell intent havia acabat malament. Va haver de buscar altres fórmules. Ningú no en parlava, i aquella veu encara el perseguia. Va deixar anar tota la seva intel·ligència per trobar alguna pista. A la botiga de llaminadures li van donar mitja resposta: «uns pobres, fill, uns pobres», sense cap més concessió. A l’escola va preguntar al conserge i li va validar aquesta versió, afegint: «una història molt trista que no et mereixes sentir». La seva recerca començava a tenir sentit quan, un altre cop, va aparèixer la veu, completant la frase. «No sortiré!» va sentir clarament un dia de camí a casa de l’àvia. Era una veu de noia jove, i tenia una sonoritat aguda, desesperada, enrabiada. De moment no en sabia res més que això. Tenia clar que havia topat amb alguna mena de solidaritat entre pobres per amagar-se les penúries i les misèries.
De tornada cap a casa, aquella nit tornava a bufar el vent, la veu va tornar a sorgir de la paret. Li va semblar sentir «Joanot». Va sentir l’impuls d’explicar-ho al pare. Va desistir, estava mort de por, es va girar un cop més, el seu cap ennuvolat sentia una estranya atracció cap a aquell indret, que el sacsejava per dins. Semblava com si aquella veu desesperada demanés la seva ajuda. Cada matí, de camí a l’escola es mirava la paret, que li parlava. El dia següent, d’amagat, es va escapar al solar i es va mirar el mur amb atenció. La seva actitud tafanera i quasi científica volia investigar. El so semblava provenir d’una de les estances en concret. A la part superior, hi havia una sanefa blanca i blava, de formes quadrades, un estil grec que imitava les onades amb una geometria grollera. El paper que decorava aquell racó era de colors suaus i difuminats; hi va trobar alguna cosa estranya. S’apropà. Al costat de quelcom que semblaven unes restes de ferro, rovellat, és clar, hi havia una brutícia, quasi negra, deixava entreveure un color granatós. El vent bufà un cop més. Ara la imaginació del petit ja volava lliure i sentia una veu de noia que li dea «Joanot, ajuda’m». El noi va caure de cul, pres per l’esglai va fer un crit. El cos li demanava córrer i així ho va fer. L’avi el va sentir, el va portar cap a casa.

El segon interrogatori a l’àvia va ser més eficaç. Amoïnada per la dèria que el xiquet havia agafat per aquell tema, l’àvia pensà que potser era millor explicar-li tot el que sabia i persuadir-lo de tornar a ficar els peus en aquell solar: «Fill meu, el que va passar allà és una història molt trista. Tot va començar el dia que la senyora que vivia allà va rebutjar el carter. Aleshores, això era un poble, no gaire gran. La dona, que vivia a la casa que els pares li havien deixat en herència, festejava amb un xicot, que tenia molt poca sort. El carter va tenir el caprici de casar-s’hi, però ella s’estimava més el seu obrer, s’hi va casar i finalment van tenir una filla. L’altre noi no va deixar de pretendre-la. Al principi li portava flors, després bombons. Ella no li va acceptar cap dels seus regals i un dia, tot borratxo, la va anar a trobar i quan la va tenir davant, la va despullar per la força i diuen que va intentar fer-li coses dolentes. Només es va endur una bona plantofada a les parts baixes i una bufetada ben grossa. A aquest mal se li va afegir la mala fama que va adquirir, ja que la noia es va procurar d’explicar-ho a tothom. El refusat era fill d’un encarregat de Correus, i tenia el futur més que assegurat, però va haver de passar per totes les etapes abans d’ascendir, i en el primer moment feia de repartidor de cartes, entre elles les cartes del jutjat. Un bon dia van començar a arribar-li cartes del jutjat. El primer dia, el carter es va plantar a la porta i encara va gosar demanar-li perdó i matrimoni, doncs en cas contrari no li lliuraria la carta. Li va tancar la porta als morros i a partir d’aquell moment el carter no va lliurar-li cap més carta. Les notificacions del jutjat, el contingut de les quals era conegut pel carter, que les va obrir totes, donaven compte de la persecució judicial del aleshores ja marit de la dona, sindicalista actiu, que incloïa com a condemna una multa ben engrossida. En no rebre les cartes, el procediment va avançar en rebel·lia de l’acusat; mentre ells creixien amb totes les dificultats criaven la filla que havien tingut amb tot l’amor del món, fins que un dia, la policia va esperar el pare i el van detenir quan arribava de la feina. La condemna havia augmentat, donats els incompliments de la condemna que havia acumulat, i que desconeixia, dit sigui de pas. A la presó, funcionaris i interns ben pagats es van preocupar d’eternitzar la seva estança, mentre la dona intentà esbrinar què havia passat. El deute havia anat creixent fins a unes quantitats inassumibles i s’havia iniciat l’execució del patrimoni de la societat matrimonial, que quedaria en propietat de l’Estat. Quan la dona va aconseguir accedir a l’expedient judicial ja era massa tard, el desnonament havia estat acordat i només faltaven tres dies per a que s’executés. El veïnat es va mobilitzar. La filla, ja adolescent va prometre a la mare que no les traurien de la casa, i el dia dels fets es va encadenar a la paret, mentre fora dones, homes, nens i nenes es van concentrar per intentar aturar el desnonament. La policia va mostrar tota la seva brutalitat. El jutjat havia ordenat acomplir amb aquella ordre judicial tant si com no. Hi ha qui diu que el jutge estava comprat per l’intendent provincial de Correus, que ja deus imaginar qui era. Quan la policia va entrar a la casa va anar a trobar la xiqueta cridant que no sortiria d’allà, que l’haurien d’arrencar de la paret. I així va ser. I bé... la resta ja és història». Així va acabar l’àvia el seu relat, amb un aire de misteri que en Joanot es va ensumar. Malgrat les seves súpliques, l’avi ja li portava la jaqueta per portar-lo a casa dels pares. Aquella nit, en passar pel carrer Gayarre, el terra va tremolar i la paret va cridar un altre cop: «Nooo!, noooo!». L’espantada que va sentir en Joanot no es podia comparar amb la curiositat que va sentir pel final de la història.

L’àvia ja no va tornar a deixar anar un sol mot al respecte, però aleshores va preguntar al pare i aquest cop sí, el pare va voler explicar-li: «Joanot, és una història molt trista, de veritat que la vols saber? -sí, sí, feia el nen amb el cap-. Veuràs, jo encara era petit, com tu, però tot el barri en parlava. En compliment de l’ordre judicial, els policies van provar de tallar el cadenat i en aquest intent van ferir la noia, que es resistia amb totes les seves forces, fins que la mare va accedir a desfer el cadenat. L’enrabiada de la nena va ser tan escandalosa que els va donar l’excusa que buscaven per enviar-la al sanatori, i d’allà no va tornar a sortir. La mare va buscar justícia per la seva banda, i també va acabar empresonada. Després, per ordre del jutge es va enderrocar la casa, i així es va quedar el solar fins al dia d’avui. Vet aquí que ja saps la història del racó més negre i vergonyant del nostre barri. Per suposat que aquesta història va canviar el nostre veïnat per sempre més. Des d’aleshores, tothom es va conjurar per fer justícia, la fama de l’intendent de Correus va córrer arreu, i hi havia oficina o bar de la ciutat on no l’assenyalessin. Va ser trobat mort uns anys més tard, en la més absoluta misèria i d’aquell temps ençà, cada cop que veiem venir una injustícia hi plantem cara».

El destí del solar va ser objecte de preguntes i les seves corresponents explicacions. Segons narrà el pare, un usurer va comprar el solar a la subhasta, i estava decidit a edificar uns apartaments de luxe. Comerços, veïnes i associacions van oposar-s’hi i tot i així l’home va portar capa allà les màquines. Quan van entrar al terreny, es va sentir una tremolor molt forta, una de les màquines va ser engolida per la terra, i l’altra va caure darrera, quedant inutilitzada. Per donar tranquil·litat al barri, l’ajuntament va dir que la causa havien estat unes obres de manteniment del ferrocarril suburbà. Pitjor. Els qui s’ho van creure vivien neguitosos que se’ls caigués la casa, els qui no s’ho havien empassat tenien por que el malefici s’estengués arreu. De tant en tant tornaven les tremolors. Unes setmanes després, l’usurer va patir un infart mortal. El solar va quedar en pau, xiulant de tant en tant als visitants el missatge que desvetllava la història de la casa a qui volgués parar l’orella.

Les tremolors es van deixar de sentir el dia que el barri es va reunir per reclamar una solució, que inclogués una recerca sobre la causa de les tremolors, el refermament del subsòl i la seva conversió en equipaments pel barri. Després de moltes reunions van decidir construir-hi una escola per als xiquets. En Joanot va anar-hi el dia que els veïns hi van anar amb un arquitecte, decidits a aixecar l’escola ells mateixos. Amb unes sondes van aconseguir esbrinar l’origen de les tremolors, una escletxa oculta que començava allà on s’havia encadenat la noia i que, en la seva diminuta dimensió havien causat un moviment més abaix, que calia refermar. Tot just es va descobrir el problema i la solució l’Ajuntament va posar-se mans a l’obra i edificar una escola que avui encara és oberta. En Joanot hi va portar orgullós els seus fills que anys més tard, en conèixer la història, van emprendre un projecte de memòria per evitar que aquella història no quedés en l’oblit, i el barri fos conscient del seu passat i protagonista del seu futur.


diumenge, 6 de gener del 2019

Els Reis Mags d'estiu

Download pdf

Els Reis Mags d'estiu

Santa Claus s'enfurismà quan en Rudolph va llegir l'informe de l'expedició. La cerca dels tres reis mags no havia tingut gaire èxit: només n'havien trobat un, els altres dos havien desaparegut.
- Sou uns inútils! Colla de desgraciats! S'apropa el nadal i seguiré quedant en segon plànol per culpa d'aquests maleïts imbècils, amb els seus camells i patges antiquats! I tot gràcies a vosaltres!
Aaaggghhh!!!
- Però, senyor, hem navegat per tots els mars, hem mirat a sota de cada pedra que trobàvem...
- Calla! Les teves excuses em fan venir mal de cap! Dóna l'ordre d'aturar tota la cadena de producció i no seguiu fins que hagueu acabat amb els monarques! -feia ja anys que l'agradable vellet s'havia convertit en un insuportable rondinaire en veure que els Reis Mags encara tenien un tracte preferent i rebien els encàrrecs més lucratius.
- Sí, senyor, a les seves ordres, senyor -deia en Rudolph aclucant els ulls, amb els nervis destrossats, abans de marxar a donar l'ordre a la cadena de muntatge.
Segons l'informe, en Melcior i en Baltasar havien desaparegut misteriosament. En un primer moment, en Santa Claus va creure que alguna filtració els havia posat sobre avís i aquesta suspicàcia havia augmentat el seu monumental cabreig.
Gaspar (I). El vell va sentir satisfacció en fer desaparèixer l'únic rei que havien pogut capturar, el Rei Gaspar, de Sabà. Seguint les seves ordres el van portar al regne dels morts. En el mateix moment de llençar-lo a l'abisme de l'Hades, el monarca va xisclar desesperat pensant que, potser, algú ho hauria escoltat... aleshores, si només havien trobat en Gaspar, què havia passat a Melcior i Baltasar? Apropeu-vos i us explicarem amb exactitud els fets que van agitar els regnes de Tarsis i Seba.
 

Melcior (I). En Melcior era vidu feia temps i la soledat l'havia posseït. Tots els matins sortia a fer un passeig per la vora del mar, per assaborir la platja i gaudir dels millors rajos del sol, però la seva energia per viure s'estava esgotant.
Un dia, mentre feia el seu passeig, va creure escoltar uns càntics divins i la curiositat el va portar fins un penya-segat on va veure una dona cantant. La dona en qüestió era una sirena que s'havia entretingut a pentinar la seva melena. El rei va xiuxiuejar una melodia i només per aquest motiu li va permetre seure al seu costat. Van xerrar durant molta estona amb profunditat i un alt grau d'intimitat, fins al punt que el monarca va confessar la decadència del seu estat d'ànim. La sirena, que ja tenia diversos segles d'edat, va desvetllar el secret de la seva longevitat, i li va donar a beure del seu pit, doncs la seva llet tenia propietats màgiques:
allargava la vida i aquesta era de millor qualitat, perquè tenia una substància que estimulava l'alegria i promovia la felicitat.
Van passar els dies, i l'amistat entre el gran senyor i la reina del mar es va fer simbiòtica: ella aportava interès
a l'avorrida vida de la sirena i ella li oferia l' "elixir de l'eterna joventur". Aquesta relació aviat va esdevenir foresi. El rei cada cop demanava més quantitat de llet i va arribar un punt en què la sirena es va negar a continuar subministrant-la. Ell, però, ja no podia passar sense la llet, així que va apressar-la contra la seva voluntat. Va ordenar construir una presó submarina per a ella al penya-segat on l'havia trobat per primer cop, lluny de la mirada dels seus súbdits. Alienat per la síndrome d'abstinència, que tenia ja més poder que qualsevol altre reclam, la va fer lligar de manera que els seus pits quedessin a la superfície per poder amorrar-s'hi a plaer.
Cada dia que passava, la sirena estava més afeblida. L'esbojarrada addicció del rei la va matar. En Melcior necessitava la llet com l'aire que respirava i presoner de la seva bogeria va deixar el regne en mig de la nit per marxar a buscar una altra sirena. Quan en Rudolph i la seva expedició van arribar a Tarsis els súbdits no en sabien res, del sobirà. Els membres de la cort estaven desorientats, doncs quedaven poques setmanes per al repartiment de les joguines i el Rei se'n havia anat sense deixar rastre. Quan van veure això, els rens van seguir el seu camí, per anar a buscar el tercer rei.
Baltasar (I). La història d'en Baltasar no és menys agitada. El rei vivia a palau sense preocupacions. La cort el mantenia allunyat del poble, que no estava gaire content de la seva situació. Les persones humils havien de treballar hores i hores, ells i els seus fills, per petits que fossin, perquè així ho ordenaven els senyors que governaven les terres del regne, en nom del rei. Tot esforç resultava insuficient per mantenir una cort assedegada de luxes i comoditats.
Tot el pes de la campanya de Nadal es carregava sobre les espatlles dels súbdits. Els seus nens patien malalties amb freqüència o morien a curta edat, les epidèmies eren corrents i no disposaven de llars ben dotades, el menjar escassejava; l'hivern era molt dur i a l'estiu les onades de calor eren devastadores.
Aquelles condicions eren l'ambient més propici per a l'esclat social i va arribar un dia que van dir "prou", un mes abans de la campanya de Nadal, doncs la pressió ja era màxima. El poble havia estat exprimit sense compassió i l'olla a pressió que havia esdevingut el regne va acabar de petar. La revolta va ser tan ràpida com contundent, l'assalt del castell va tenir un resultat diferent per a uns i altres, en funció de la seva fama. Als més cruels els van tornar els càstigs i als indiferents els van expulsar sense cap mena de judici ni ponderacions. Per al rei i la seva família es va decretar l'exili forçós. Una vegada eliminats tots els estrats de poder es va proclamar la "República de Seba. Dignitat, Llibertat i Justícia" . Les plantes de producció van ser abandonades i el territori va ser dividit en parcel·les, adjudicant una part igual a cada família. Una part dels ciutadans es van dedicar a la indústria i els serveis.
Els primers mesos tothom semblava feliç, però en el fons dels cors dels ciutadans hi bategava la tristesa de saber que aquell any molts nens no havien pogut gaudir de les joguines que, tot i l'explotació que patien, elaboraven amb il·lusió.
En aquest trànsit, els rens van arribar buscant el rei i van quedar bocabadats amb les explicacions dels ciutadans de Seba, que acompanyaven amb els pitjors desitjos per al monarca: "per nosaltres ja es pot morir" o "que se'l mengin els voltors", deien abans de llençar escopinades al terra amb les pitjors intencions. Després van recórrer tot el regne, van demanar a uns i altres sobre el rei, oferint recompenses però res no va funcionar: semblava que se l'hagués empassat la terra i, sabent com n'és d'irònic el destí, gairebé podríem dir que aquest perill era ben cert...
La vida seguia amb normalitat fins que va arribar un pastor emocionat i va relatar la següent història: 

"Escolteu, escolteu tots! M'he trobat el rei a les muntanyes, molt desmillorat, buscant arrels per alimentar-se, tots l'havien abandonat, estava trist i deprimit. No entenia perquè l'havíem expulsat i aleshores li vaig explicar com havia anat tot plegat. Els seus ulls es van omplir de llàgrimes quan vaig detallar les condicions que havíem de patir. Els viatges, la cort i l'habilitat dels senyors que tenia al seu càrrec havien aconseguit tapar la nostra desgràcia; i els nostres increments de producció se li presentaven com a resultat de la gestió econòmica. Segons m'ha dit, no tenia la menor idea de la realitat que vivíem fora del castell. Creieu-me quan us dic que el rei plorava pel patiment que hem sofert, les seves llàgrimes eren vertaderes".
El relat del pastor va entristir tothom per igual, però tampoc no volien renunciar a la seva nova conquesta. Després de llargs debats i converses privades, el govern va accedir a permetre-li l'entrada sota tres condicions: s'integraria en la República com un ciutadà més, sense privilegis i se'l permetria gestionar un petit negoci de fabricació i distribució de joguines que cada any podia repartir pel seu propi compte amb els homes que el volguessin acompanyar a canvi d'una remuneració justa. A l'exterior, podia seguir gaudint del títol de rei, però només amb caràcter honorífic, és a dir, no conservaria cap potestat associada a aquesta denominació.
El rei i alguns dels seus admiradors es van organitzar per crear una societat limitada. Al cap i a la fi, la república respectava la propietat privada i la lliure iniciativa privada i aquesta era la forma per donar continuïtat a la tradicional tasca d'abastiment de regals que durant anys havia complert el rei. Després de tot, la imatge comercial els va semblar vàlida: El Rei Baltasar, distribució de joguines i regals, S.L. tenia molta feina per endavant si volia tenir una bona oferta comercial durant el següent nadal. Però les males notícies no trigarien a arribar a Seba...
La campanya de Nadal ja havia passat i els nens del món sencer havien abocat rius de llàgrimes perquè aquell any els reis no havien aparegut, ni a les cavalcades ni als balcons. Semblava que havien deixat alguns dolços i petits obsequis. La majoria van fer examen de consciència i, entre sanglots, van prometre als seus pares comportar-se millor durant l'any que acabava de començar, però de seguida va córrer el rumor que els seus propis pares havien estat els qui havien deixat les dolces engrunes i la pena es va convertir en odi. L'endemà les parets de mig món van aparèixer amb pintades: "Reis Mags traïdors", "Els reis són els pares", "Rei bo, rei..." ejem, per desgràcia en Santa Claus ja s'encarregava d'aquesta part. I,
per cert, el vellet panxut somreia amb satisfacció. Tot i no haver acabat amb els reis, ara tenia via lliure. Els
seguiria buscant, però respirava tranquil "Mai tornaran a ser tres, i si tornessin la seva imatge pública està molt deteriorada", pensava.
 

Gaspar (II). La confiança de Santa Claus basada en el caràcter irreversible dels fets estava condemnada. El crit d'auxili que havia llençat en Gaspar abans de caure tenia una peculiaritat que acompanya tots els sons fruits de la desesperació, una graduació que el situa en unes escales de freqüència més generoses i que alguns éssers poden sentir. En efecte, en sentir-lo el Grinch va moure els ulls de costat a costat i va començar a investigar el seu origen. En pocs dies es va composar una idea dels plans del seu etern enemic, i es va decidir a posar fi a la demència del "vellet rondinaire", tal i com s'hi referia contínuament. Però no sabia com havia d'actuar per ajudar el rei, així que va buscar ajuda. Va caminar un parell de dies fins al cau de la Bruixa del Nord, experta en assumptes del més alt nivell i, després de pagar el preu convingut pel "servei de consultoria", es va disposar a escoltar les seves indicacions. Els temps estaven canviant i la bruixa era tota una professional: el seu forat de tota la vida s'havia convertit en una oficina informatitzada i el seu pèl canós ara lluïa un 'look' atractiu. En una reunió tècnica li va presentar tots els detalls que havia de conèixer per assolir la missió que s'havia proposat.
Gràcies a una substància líquida brillant que li va presentar com "un miracle de la biotecnologia"; podia ingressar al regne dels morts durant vint-i-quatre hores que, en el regne dels vius computarien com a sis mesos; després d'aquest període de temps ja no podria tornar. També li va lliurar una càpsula amb pols màgics per al rei que el permetrien creuar la frontera que separava el regne dels morts i el regne dels vius. Si en aquestes vint-i-quatre hores no trobaven la sortida, ambdós quedarien atrapats al regne dels morts per sempre més.
Abans de marxar, el Grinch, tot i que estava satisfet dels serveis de la bruixa, no va deixar passar l'oportunitat de donar-li la seva opinió sobre el gir que havia donat la seva forma de treballar i de presentar-se als clients: "pots dir-me clàssic, si vols, però jo prefereixo la bruixa d'abans. Aquest 'marketing' del que parles és fum, acabaràs perdent els clients de tota la vida, ja saps, els que volem un tracte familiar i, si vols dir-li així, el folklore: l'escombra, les pocions, i totes aquelles coses; abans era tot més acollidor". La Bruixa del Nord es va quedar pensativa, havia guanyat nous i importants clients però potser el Grinch tenia raó, el caliu dels vells amics i l'encant dels encàrrecs amb elements esotèrics s'havien esvaït...
 

Melcior (II). Tot i haver rebut notícies sobre tot el que havia passat, al Rei Melcior el Nadal ja no li deia res, ell estava desesperat per les delícies de sirena. No el van commoure ni les llàgrimes dels més petits, ni les pintades que havien aparegut com tampoc l'aire exclusivament comercial que quedaria de totes les tradicions mil·lenàries si queien en mans de tipus com en Santa Claus. A més, aquest any, en Gaspar no li havia comunicat que passaria a recollir-lo i s'autodisculpava amb la idea que potser la tradició havia estat abolida o havia entrat en decadència i ja no tenia sentit la repetició acrítica del repartiment de regals. Ell estava obsessionat amb la seva nova causa que no era una altra que trobar llet de sirena. Viatjava aquí i allà, sempre a la vora del mar, al límit de la seva pròpia existència.
 

Baltasar (III). Les notícies sobre la mala imatge dels Reis Mags van desanimar molt els ciutadans de Seba. El rei Baltasar, distribució de joguines i regals , S.L. tenia problemes burocràtics i fiscals: que si una llicència per aquí, que si un impost per allà; tot eren problemes per al "ciutadà emprenedor"; que es creia el rei. Les institucions havien aprovat una normativa feixuga amb un càlcul filosòfic precís, ja que creien estar en disposició de donar una resposta legal a qualsevol tipus de problema, però aquestes preteses solucions aviat es van convertir en unes cadenes de papers i lletres.
Les coses van començar a anar malament, la seva nova república havia començat a desenvolupar els pitjors vicis: especulació urbanística, corrupció, amiguisme, clientelisme. Els peixos grans devoraven els petits i aviat la relació de forces començava a semblar-se a l'antiga: uns pocs adinerats i poderosos imposaven les seves condicions a la gran majoria, que no podia fer cap altra cosa que obeir. Es tornaven a sentir esclaus. I pitjor encara, ara l'esclavitud ja no era fruit inequívoc d'unes elits cruels, havien estat ells mateixos els que s'havien ficat en aquest embolic! La terra donava poc benefici i aviat es va acabar el terreny per als cultius,també escassejava l'aigua per beure, doncs l'havien destinat a l'obra civil i l'obra pública. Per desgràcia ni l'asfalt ni les totxanes podien alimentar-los. En poc temps la seva situació ja era pitjor que l'anterior. Seguien treballant com a burros i sovint implicaven també els menors, que creixien en un ambient enrarit de pobresa i treball sense descans. Van comprovar que l'infern ja no era només una al·legoria sinó que el tenien davant seu quan obrien les finestres. El nou Estat no era gaire diferent de la monarquia absoluta que l'havia precedit.
Aquesta situació els va portar a la necessitat d'una nova forma d'entendre les coses i van decidir desfer-se del vestit que els estava ofegant. Una nova proclamació va donar lloc a la "Terra Lliure de Seba. Solidaritat, Llibertat i Tranquil·litat". Van reaprendre a tractar els assumptes amb més flexibilitat, en plena llibertat.
Van dimensionar millor les necessitats i les possibilitats que tenien, van tornar a cultivar la terra i van crear nous equipaments públics, va desaparèixer allò privatiu i, alhora, la privació.
En tot aquest esquema, El Rei Baltasar, distribució de joguines i regals, S.L. va passar a ser una activitat més però millor dotada i més recolzada per la població, que sentia melangia dels temps passats en què rebien cartes dels nens explicant els seus encerts i errors, i els responien amb premis o penalitzacions, així que tots van voler participar novament en l'empresa col·lectiva a la que havien consagrat la seva història.
La felicitat va arribar de la mà de la vocació, que els donava un nou alè. No van trigar a demanar-se que havia passat amb els altres reis i van decidir coordinar-se amb ells per continuar amb la tradició del repartiment de regals i, per què no, els volien proposar fer el que tenien pendent.
 

Melcior (III). De Gaspar ningú no en sabia res, però sobre Melcior existien alguns rumors desagradables. Ciutadans de Seba i Tarsis van formar una delegació diversificada i van anar a buscar-lo, conscients que, si se'l trobava, necessitaria ajuda de tot tipus. Portaven aliments, medicines i experts en totes les disciplines que van creure necessàries. Un grup avançat del que abans havia estat la policia de Seba va anar al regne de Sabá. Allà tots els súbdits explicaven la mateixa història: segons ells, el rei s'havia suïcidat. Uns pocs intuïen el que havia passat en realitat però era en excés vergonyosa i humiliant. Els rens es van creure la hipòtesi del suïcidi, ja que els era útil per considerar acomplerts els seus objectius. El cos d'investigació de Seba, en canvi, no estava satisfet amb aquella explicació, creien que la responsabilitat de donar felicitat als nens no es podia abandonar sense més.
L'equip de rescat no trobava en Melcior, que seguia el seu rumb perdut amb un peu en aquest món i un peu a l'altre. En un intent desesperat per trobar informació, van decidir consultar amb la Bruixa del Nord, que els va dir on era el rei i en quines condicions es trobava. A més, els va subministrar una poció estranya amb la que, segons assegurava, podia curar la profunda addicció que havia desenvolupat per la llet de sirena i que fins el moment s'havia negat a acceptar.
Alguns ja no donaven credibilitat als "nvents extravagants de vella boja i lletja que es prodiga volant a sobre d'una escombra", però d'altres van seguir el camí que els havia indicat, convençuts que"el seu aspecte no ha de confondre'ns, si porta segles al negoci serà perquè sap el què es fa, és una feina artesanal i es mereix el màxim reconeixement". La Bruixa del Nord els va insistir en la urgència, el temps s'acabava per al rei.
El van trobar arrossegant-se per la sorra d'una platja, als límits del regne i... de la vida. Li van donar la solució de la bruixa i, per sorpresa d'uns i satisfacció de tots, va ser eficaç i eficient. En uns instants, en Gaspar tornava a ser el rei que sempre havia estat i, en recuperar la consciència, va fer una pregunta amb els ulls coberts de llàgrimes:"ja ha passat el Nadal?".


Gaspar (III). Després de cinc llargs mesos esperant, el Grinch va aparèixer fatigat carregant amb un defallit Rei Gaspar. Els perills que havien hagut de superar i els obstacles que s'havien trobat els van obligar a iniciar un procés de recuperació que els va ocupar dues llargues setmanes. Quan la seva salut estava refeta els van explicar tot el que havia passat al regne de Sabà i les intencions d'en Baltasar. Així doncs, també va recuperar la il·lusió i es va disposar a emprendre el viatge per trobar-se amb els altres dos reis.
 

Melcior, Gaspar i Baltasar (IV). L'equip que havia anat a buscar en Melcior va tenir una tasca ingent: van rehabilitat per complert el cos i la persona, li van transmetre la importància que durant mil·lennis havia tingut la seva funció i li van tornar l'empenta que sempre l'havia caracteritzat. El convertir en un home nou, més conscient del seu lloc al món i en els cors dels nens. No va tenir cap dubte de la importància de la missió que havien de recuperar i es van posar de camí en poc temps.
Quan finalment es van reunir tots a la Terra Lliure de Seba, les cartes havien estat llegides, els regals preparats, els recorreguts planificats i els camells condicionats i alimentats per començar el viatge. Com havien fet sempre, es van proposar distribuir tots els regals en una sola nit. Fos quin fos, aquell dia seria també un dia especial, i la sorpresa seria encara més gran que de costum.
I així fou, un 19 d'agost els nens del món sencer van començar el dia envoltats dels regals que havien sol·licitat al nadal. Tard, però a temps. Amb els regals, els Reis Mags van deixar una nota escrita per a tots i cadascun dels nens que deia:
“Mai no és tard per aconseguir un somriure”