divendres, 21 de setembre del 2012

El crowdfunding más allá de la autogestión creativa

Aviso: este texto es un poco larguito. Da para 10 minutitos, esos que pierdes en el autobús o que acompañas de un café a media mañana.


Este post está dedicado, con mucho cariño a tres personas que les voy a presentar. La primera es Sonia Díez (@soniadiez en twitter). Esta mujer es mucho más que una consultora en temas relacionados con social media, tiene un olfato especializado en detectar la ilusión. Seguramente por eso fue la primera mecenas de Els ploramiques / Los lloricas. Tengo mucho más que agradecerle de lo que puedo expresar. Mi segunda mecenas e inspiradora compañía digital es Cristina Riera (@CristinaRiera), que conoce a fondo el mundo de la cultura. Extrañamente, esta muchacha está fabricada a prueba del desaliento y además organiza el festival de cine independiente l'Alternativa. El tercer insensato que decidió poner dinero en el crowdfunding del libro fue Aritz Cirbian (@aritzcirbian), miembro de la productora cooperativa Primitive Films. Dentro de poco podréis visionar su película "Tots els Camins de Déu", financiada también a través de crowdfunding (croufandin en español de a pie). Apostaron fuerte por un libro como muestra de cariño por un servidor, trolete de las huestes en las redes sociales, y como mirada atenta a la estrategia de crowdfunding que había iniciado para financiar la impresión del libro. 



Pues sí, chiquis, he venido a hablar de mi libro. Más exactamente, del parto de mi libro. La financiación de la impresión a través del crowdfunding tenía muchos objetivos ocultos que se difuminaban en mi mente. En primer lugar no quería esperar a la paga extra de verano porque el libro estaba ya escrito y además quería acercarlo a mi público más fiel, compuesto de familiares, amigas, compañeros de viaje y otros que debieron actuar según el "mejor le doy 10 € y así no me peta el correo de spam cutre". Como podéis imaginar, la campaña de recogida de adhesiones y capital me deparó más sorpresas de las que podía imaginar. 



Lo primer que descubrí fue que al tener que difundir el proyecto, debía aprender a dibundir el contenido de la obra. En realidad era una forma de hacérmelo ameno a mí mismo, ya que todos los tuits y mensajes en redes sociales acababan siendo el mismo y, si eres un poco travieso, te apetece jugar al spoiler, al escondite y al ríete-de-ti-mismo. A veces asaltaba a la gente en pleno tuit y les respondía con marketing directo agresivo. Y todavía tengo todos los ojos. 



Esto no era suficiente. teniendo en cuenta que se trataba de algo muy 'familiar', mandé mails a mis gentes. Después llegó el insistir. Tuve que afinar la empatía porque insistir a nadie le gusta y menos si está pidiendo dinero por un producto que el resto no han catado. Pero a mi cuando me piden una colaboración de este tipo, lo que me molesta es que me tengan que insistir porque yo me he olvidado, lo he dejado aparcado y no me he vuelto a acordar. Pensé que a mucha gente le habría sabido mal e insistía con la ética fresquita y limpia. El segundo aprendizaje era, por tanto, que si quieres hacer algo en serio primero tienes que tener tu comunidad de influencia construida, tu red debe estar en funcionamiento antes de plantear una estrategia. Puedes arriesgarte a construirla sobre la base de un proyecto así pero te la juegas a perder un tiempo precioso. 



El crowdfunding ya me estaba enganchando y participé en otros proyectos que iban saliendo por ahí. Encontré el fantabuloso disco 'Al punto' de Tremendamente,  el comic dels Cargols de mi amigo Franchu y alguna iniciativa más como el ya citado proyecto de Primitive Films. Mucha de esta gente ya tenían una comunidad de base bien establecida y eso les permitía llegar a cantidades de cuatro o cinco dígitos. Ahí me dije: "joder, pavo, ¿cómo chana la peña, no?". Sí, todos ellos llevan años de andadura y eso se nota. 



Ante tanto crack no es difícil imaginar lo que viene después. Tots els camins de Déu, por ejemplo, permite el mecenage co-productivo. Es decir, no solamente se puede financiar la película a cambio del DVD y obsequios diversos, también puedes ser inversor por cantidades relativamente pequeñas. Aunque parece que la cosa es muy yanki, en el sentido de que se asemeja a un casino de 'a ver si mi proyecto funciona y me forro', la cosa es bastante más sencilla, es como un "esta gente me gusta, confío en sus proyectos y quiero participar en ellos para que puedan difundir su trabajo; con un poco de suerte recupero la pasta y todos salimos ganando". Relación simbiótica donde las haya. Un 69 cultural. 



En parte, es la transposición a la gestión de lo que yo estaba empezando a gestar a nivel editorial. También recurrí al crowdfunding porque yo autoedito y eso me da toda la libertad del mundo. La libertad, en mi caso, la uso para distribuir el libro a mi manera, para definir las condiciones de explotación o no-explotación de la obra como yo quiera. En este caso utilicé una creative commons con una cláusula adicional (cosa que los puristas del derecho ven con recelo) para permitir la reventa de la obra al mismo precio de venta, de tal modo que si haces circular la obra, te beneficias de la lectura gratuita; así también se penaliza la propiedad, veréis yo soy más de la posesión de uso que de los títulos de propiedad: 'no prives del uso a otro si tu no estás usando un objeto). En realidad el autor tendría que ser el financiador de la cultura puesto que está difundiendo sus ideas, pero aquí me aprovechaba de la inercia del negocio editorial para decir: estas son mis condiciones y si no te gustan las incumples y dejas el libro en la estantería :P Para mi era eliminar el riesgo de inversión y alcanzar la libertad editorial total, per la autogestión creativa te permite más, sólo a cambio de mucho trabajo y darle la tabarra a la tieta y a los amigos de tus amigos, esos con los que sólo has coincidido una noche to'borracho.



Editar una obra con diferentes puntos de vista en cuanto a la distribución y la concepción desde luego no es posible en absoluto con una editorial corriente que, de hecho, hacen pagar la mitad de la tirada a los escritores noveles. Execrables elevado al infinito pero en fin.... Pues del otro lado ya véis, puedes hasta ser parte de la inversión. Ya veréis como pronto surgen formas de participar en la obra; entonces aparecerá gente ociosa que pagará por salir de extra en las películas y la cosa se joderá, pero bueno, ahí estará la industria para rematarlo, no os preocupéis. 



De todas formas, y este es otro punto a considerar (perdonad, a veces me pongo fisno, que he estudiado Derecho), la velocidad con la que suceden los cambios nos protege de varias cosas: la fagocitación, que es propia del parasitismo capitalista, ya será más difícil para la industria musculosa, pues no tienen tanta agilidad como nosotros. Sí, tienen el contacto fácil con el público objetivo de la obra, pero no tienen frescura, y como no lo han inventado ellos aplicarán mal el concepto, por desconocimiento, si es que llegan a intentarlo. Esa velocidad y la diversificación constante de formas de hacer también juega a favor nuestro. ¿Veis cómo romper todos los esquemas al final no nos da el vacío sino que nos abre todos los caminos? La concepción, la gestión y la ejecución de la obra pueden ser como a nosotros o a nuestro público (el límite lo ponen el tiempo y la paciencia) decidamos, puede ser flexible, puede no tener fin. Esta historia no ha hecho más que empezar. A ver qué nos depara



Bienvenidos al paraíso de la locura, donde las explosiones del caos parecen fuegos artificiales. Así de i(nte)rruptivo me voy, porque puedo volver cuando quiera y escribir otra cosa. Como el #crowdfunding, ahora tenemos el lápiz, la goma de borrar y las manos libres. ¡Pintad, loc@s!



El agradecimiento más especial es para @beazirt, de cuya boca oí eso tan precioso de "confío en ti" y de @_bitterswt que me cedió su elegancia para mi odisea. Y para mis mecenas, que se han rascado el bolsillo para dar alas a una historia utópica y atípica. ¡Besis!